Diversas investigaciones han concluido, que aproximadamente, un treinta por ciento de los conductores padecen aprensión, desasosiego, ansiedad e incluso pánico a la hora de conducir. Es lo que se conoce científicamente como: “Amaxofobia” (fobia a conducir), en griego clásico, la palabra amaxo significa “carruaje”.
Según los estudios realizados por Castillo Grupo, el miedo a conducir es el resultado de una evolución, en la cual la persona percibe el tráfico cómo una intimidación y ve en el resto de conductores un peligro y como consecuencia, se bloquea frente al reto de ponerse al volante
Origen del proceso
Las causas son complejas, pero las más comunes suelen ser dos. La primera haber sufrido un accidente en primera persona o un familiar cercano. La segunda, no haber adquirido una buena formación durante el período de aprendizaje, lo que produce una técnica deficiente y como resultado pérdida de control sobre la máquina.
Existe un tercer grupo más atípico: conductores con años de experiencia, que de manera imprevista padecen ese “vértigo” incontrolable a conducir, que se manifiesta a través de temblores, ansiedad, agitación etc. Problemas laborales, rupturas sentimentales, el temor que nos puede suponer llevar a otros pasajeros, suelen estar detrás de ésta última pauta. En definitiva, diversos escenarios que hacen del acto de la conducción un trance agobiante.
Rasgos del amaxofóbico
-Antecedentes de trastornos de ansiedad y depresión
-Alto nivel de stress
-Edad, entre los treinta y los cuarenta años
–Fragilidad emocional
-Baja autoestima
-Reducido nivel de tolerancia a la frustración
-Mentalmente muy estrictos
-Exigencias personales muy elevadas
-Muy permeables al miedo, fracaso y pánico descontrolado
Situaciones más propicias para la aparición de la amaxofobia
Circular en vías en las que tengamos sensación de estar encerrados, sin capacidad de huida, como autovías o autopistas por donde se transita por encima de los cien kilómetros a la hora. Así como carreteras sin arcén, puertos de montaña con excesivas curvas, pendientes prolongadas, túneles, cambios de rasante o puentes. Las incorporaciones a vías rápidas, vías con muros de separación en ambos lados, circulación con varios carriles, condiciones atmosféricas desfavorables (lluvia, niebla, nieve) o conducción nocturna, favorecen la aparición de la perturbación al conducir.
Castillo Grupo, nos alerta de los síntomas más frecuentes que se padecen al estar sufriendo una crisis:
Ansiedad, sudoración, taquicardias, temblores, vértigos, dolor de cabeza, agarrotamiento muscular, desasosiego, congoja y desazón en el estómago
Tratamiento
Debido a que la casuística del pánico a conducir es tan dilatada y heterogénea, la solución a cada caso tiene que ser individualizada, incluso en casos severos será necesario la aplicación multidisciplinar. Por este principio la aversión demanda una diversidad de actuaciones:
- Rectificar las ideas sobre la amenaza del tráfico y los demás conductores.
- Revertir la autopercepción de competencia e intimidación que nos produce el tráfico.
- Muy importante: no huir del problema. Lo fácil es no sentarse al volante.
Castillo Grupo, aconseja a las personas que padezcan este problema se pongan en manos de profesionales, para que les tracen un plan personalizado y focalizado a sus desplazamientos habituales. De esta forma, el miedo y la ansiedad en el momento de conducir, irán desapareciendo progresivamente
-De tal forma conseguiremos el objetivo final, que no es otro que desarrollar una exposición al tráfico de forma gradual, controlada y finalmente autónoma.
Una vez conseguido el fin, a través del control de la conducción, es necesario repostar un carburante de confianza y de última generación:
FÓRMULA MAX DIESEL
Un gasoil de ascendencia vanguardista, que se convertirá en otro gran aliado para poder afrontar los retos en las carreteras sin ningún tipo de temor.
“El miedo a conducir es un reflejo humano, controlado por la pericia, la confianza y el sentido común que mostramos al sentarnos frente al volante”